Si alguien va a acaparar especialmente los focos en la cita deportiva de este verano, esa es Simone Biles. Y no es para menos, la atleta americana es sin lugar a dudas la reina absoluta de la gimnasia artística desde hace ya más de una década.
Nacida en Ohio en al año 1997, la infancia de Simone no fue fácil. Adoptada por sus abuelos maternos junto a sus cuatro hermanos a causa de los problemas de adicción de su madre biológica, empezó a practicar gimnasia con tan solo 8 años con el vivo objetivo de convertirse en una gran gimnasta.
A los 16 años de edad, Biles ganó su primer título mundial en la categoría de concurso completo y, antes de su participación en los Juegos de Río de Janeiro, ya contaba con ocho medallas de oro en los diferentes Campeonatos Mundiales. En su primera participación en unos Juegos, la atleta americana se coronó definitivamente ante el mundo entero logrando lo que ninguna mujer estadounidense había alcanzado hasta la fecha; cuatro metales de oro y uno de bronce.
Nada cambio en los años posteriores y, la primera gimnasta de la historia en ganar tres Campeonatos Mundiales seguidos en programa completo, siguió dominando la gimnasia como si de algo simple se tratará pero algo falló en Tokio y, a pesar de alcanzar la fase final en varias pruebas, tuvo que retirarse al sufrir un bloqueo mental conocido como ‘twisties’. Para entonces ya había sumado otras dos medallas a su palmarés.
Simone se centró entonces en su salud mental alzándose a su vez en emblema de la misma. Tras dos años con su carrera en pausa, regresó a la competición como solo ella es capaz, subiendo al podio en todas las competiciones que disputaba y batiendo récords establecidos desde incluso antes de su nacimiento.
Maestra en saltos y volteretas imposibles, su nombre está escrito en los anales de la historia y Simone Biles es, en la actualidad, la gimnasta más laureada de todos los tiempos con un total de 37 medallas en sus manos; 30 en Mundiales (23 oros, 4 platas y 3 bronces) y otras 7 en Juegos (4 oros, 1 plata y 2 bronces).
No hay palabras para describir el éxito conseguido por Biles, no solo dentro de la pista donde hasta el salto más difícil, nunca antes realizado, ha sido bautizado con su nombre. También fuera convirtiéndose en una auténtica abanderada y referente del auto-cuidado personal y de los derechos de los deportistas.
Simone Biles está de vuelta y París será testigo del alcance de su grandeza.